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El Proceso Bolivariano después de Chávez

[El Proceso Bolivariano después de Chávez]

Carlos Carcione, Stalin Pérez Borges, Juan García, Zuleika Matamoros, Gonzalo Gómez, Alexander Marín

Llegó  la hora
Caracas, 15 de mayo de 2013
“Mirar la realidad cara a cara, no buscar la línea de menor resistencia, llamar a las cosas por su nombre, decir la verdad a las masas por amarga que ella sea, no temer a los obstáculos, ser fiel en las pequeñas y en las grandes cosas, ser audaz cuando llegue la hora de la acción…”
León Trotsky
I. INTRODUCCIÓN
A dos meses del fallecimiento del Comandante Chávez el ritmo político en la Venezuela Bolivariana es de vértigo. La descripción del cuadro actual no es de simple coyuntura. Están dispuestas fuerzas sociales irreconciliables cuya tendencia es al choque y el resultado de esa confrontación determinará el carácter de la nueva etapa abierta en el país por la desaparición física del Comandante. El mínimo margen en la elección presidencial del 14 de abril, que ganó Nicolás Maduro con los votos de Chávez, es el emergente de un mar de fondo que anuncia que los tiempos de la definición han llegado.  
El impulso del desabastecimiento, la especulación y la carestía es la táctica actual, de estos días,  de una oposición que salió fortalecida y con un liderazgo más consolidado de la disputa electoral, aunque seguramente serán profundizadas por otras. Una oposición que tiene diferencias, pero que está unida frente a la enorme oportunidad que siente le ha llegado de recuperar el control directo sobre el gobierno y el Estado, oportunidad que le brinda la ausencia forzada de un liderazgo de estatura continental. 
Los errores políticos, la actitud conciliadora y la vacilación del nuevo gobierno para tomar medidas ejemplares en este terreno, de lo cual la reunión con Lorenzo Mendoza y Polar es el último ejemplo,  dan aire a la ofensiva política de la oposición encarnada en las denuncias de fraude con que sus emisarios recorren el mundo. Y estos errores también confunden y desarman políticamente al pueblo bolivariano. El no reconocimiento de Maduro por parte de Estados Unidos y las agresivas declaraciones de Obama agregan una fuerte cuota de chantaje. 
Otra vez como en los años 2002 y principios de 2003, se juega en la Venezuela Bolivariana, además de nuestro propio proceso, una parte importante del destino de Nuestra América. Pero la historia nunca se repite. Esta vez es más difícil para nosotros. Y muy probablemente adquirirá formas  muy distintas.  
Es más difícil porque tenemos que enfrentar los ataques pérfidos de una oposición cínica y criminal que construye su apoyo popular con un discurso engañoso que busca dialogar y muchas veces lo logra, con la dura realidad que sufre el pueblo más humilde. Pero también porque al mismo tiempo estamos retrasados en construir un nuevo liderazgo, que esta vez, necesariamente deberá ser colectivo, que ayude a desatar y orientar la colosal movilización popular que necesitamos para ir por el Golpe de Timón que pidió Chávez. 
Sin esto último, la sensación de falta de gobierno que hoy se extiende puede dar paso al derrumbe. Son momentos en los que se juega la supervivencia de un sueño.  El debate sobre como salvar ese sueño está planteado y los tiempos son cortos. Queramos o no llegó la hora de dar pasos contra el capital y la burocracia o perder las conquistas alcanzadas y con ellas este capítulo histórico del proceso emancipador. 
II. LA AUSENCIA DE CHÁVEZ Y EL VACÍO EN EL SISTEMA POLÍTICO DEL  PROCESO BOLIVARIANO
No hubo tiempo todavía de procesar la enorme manifestación de amor y dolor popular que provocaron los funerales de Chávez, casi se podría decir que no lo hubo tampoco para iniciar el duelo.  Y menos hubo voluntad política para debatir seriamente y en profundidad el cambio enorme que la ausencia del Comandante  significa para la Revolución Bolivariana. Es imprescindible hacerlo. Si no nos ubicamos en la realidad de esta pérdida seguiremos desorientados, combatiendo contra sombras chinescas que nos muestran figuras falsas en la pared y que ocultan la realidad. 
 El liderazgo del Comandante Chávez se construyó en más de dos décadas de duras batallas políticas y sociales. Comenzó como una fuerte resistencia al neoliberalismo dominante que impulsaban los gobiernos de América Latina. Se puede decir que su liderazgo surge a contracorriente de la tendencia mundial de la época. Montado en el volcán latinoamericano que resistía el saqueo. Fueron más de 20 años de lucha de clases intensa que continúa. Con avances y retrocesos con aciertos y  errores. Años en los que intentó adaptar a la realidad de finales del Siglo XX y principios del Siglo XXI el proyecto histórico bolivariano y que comprendió que el bolivarianismo de este siglo es socialismo. La historia le dará el lugar que los pueblos humillados de nuestro continente y parte del mundo oprimido ya le han dado.  Pero hoy y ahora, en este momento de crisis, de vacío del sistema político de la Revolución Bolivariana, tenemos que sacar lecciones de urgencia.
1.- Reconocer el vacío. Es imprescindible valorar en toda su dimensión el impacto de la ausencia del Comandante Chávez.  La simple reproducción electoral, al estilo liberal burgués, de dirigentes chavistas al frente de instituciones que mantienen el ADN de la IV República es la concha vacía del legado de Chávez.  Si no comprendemos que seguimos frente a un Estado Burgués garante de los privilegios de las oligarquías locales y transnacionales y las burocracias que los administran, estaremos en un acelerado camino de perder el proceso.  
La Hoja de Ruta diseñada por Chávez: La Constitución, los Planes de Desarrollo de la Nación, las Leyes Habilitantes, han perdido el motor que les daba vida y dinamismo.  El Hiperliderazgo que en otro momento cuestionamos, creemos que correctamente, frente a la ausencia de dirección colectiva, tenía como lado positivo que era el eje de resolución de las brutales contradicciones que se expresan dentro del propio chavismo y defendía un proyecto emancipador candorosamente gradual y “pacifico”. Chávez articulaba, equilibraba y distribuía el juego entre grupos con aspiraciones de poder que hoy se han quedado sin árbitro. Desatándose, más allá de la voluntad de los actores, una disputa por la hegemonía dentro del chavismo y entre las expresiones políticas de las clases principales que actúan en el país. 
2.- Los dos pilares. Chávez siempre actuó  consciente de que su liderazgo era un pilar del proceso, pero que el otro pilar fundamental  era el pueblo bolivariano, civil y militar. Montado sobre un auge monumental de movilización del pueblo bolivariano, intentó conducirlo a un proceso de reformas importantes y graduales, que apuntaban a la independencia nacional y a una distribución más equitativa de la renta petrolera (“un novedoso estado de bienestar”, según Javier Biardeau). Pero para destrabar las tremendas contradicciones sociales desatadas en la disputa por la apropiación de la renta, apeló en alguno de esos momentos a la movilización popular. Y aunque es un hecho que la principal movilización  fue la respuesta autónoma y espontánea (sin dirección oficial) de un pueblo heroico frente al golpe de abril de 2002, la conexión, la comunión de su liderazgo con el pueblo bolivariano se daba fundamentalmente en las calles. 
Quizás la Batalla de Santa Inés en 2004 sea el ejemplo de movilización electoral más audaz. Hermosa muestra de participación y creatividad política de este pueblo.  Y la recuperación de la Industria Petrolera en 2003, o la revisión  del acuerdo con Néstor Kirchner de no tocar los capitales de la trasnacional “Techint- Ternium” en el país, cuando nacionalizó SIDOR, cediendo al reclamo del pueblo de Guayana, sean los ejemplos más claros en el terreno de la lucha directa. Cómo sea, con marchas y contramarchas, cabalgando más que impulsando el auge de la movilización, Chávez interpretó necesidades y deseos del pueblo bolivariano movilizado. 
3.- Proceso Constituyente.  La Revolución Bolivariana es esencialmente una revolución democrática, una revolución política, distinta  de la categoría de Revolución Democrática  en el sentido  anti feudal, que definieron los clásicos del marxismo. Una revolución en proceso que tiene dos momentos de resolución: En primer lugar la convocatoria, debate, sanción y refrendación de la Constitución de la V República, como expresión de parte de las transformaciones que exigía el pueblo pobre desde el Caracazo y los planteos insurreccionales del 4 de febrero y el 27 de noviembre de 1992. En segundo lugar la rebelión popular de Abril de 2002 y la derrota del Paro Patronal y el Sabotaje Petrolero, que derrotaron con la acción directa una contrarrevolución en toda la línea. Una revolución que hoy enfrenta la encrucijada de avanzar hacia medidas anticapitalistas o agotarse en un camino de parálisis que abra paso a las contrarreformas que busca la oligarquía.
Los momentos más bonitos del proceso Bolivariano fueron aquellos en los que, según Vladimir Acosta, todo parecía una sinfonía  de debate masivo y movilización popular, un desorden que tenía su lógica interna en la participación directa de los que hasta entonces habían sido invisibilizados. Cuando el Poder Constituyente,  el poder del pueblo movilizado, se encontraba construyendo el proceso en común con su liderazgo. Ya sea combatiendo la contrarrevolución en las calles o la reacción  en los proceso electorales. En este proceso constituyente es donde se consolida la estatura del liderazgo de Chávez.
Pero la confiscación del protagonismo del pueblo bolivariano, después de las victorias contra el ala más contrarrevolucionaria de la dirección política de la oligarquía criolla en el 2002, 2003 y 2004, abrió paso al surgimiento, desarrollo  y protagonismo como actor importante de un hecho objetivo de deformación del proceso, a la burocracia de estado y su hija bastarda, la boliburguesía. Esta burocracia fue construyendo intereses propios a base de la conquista y defensa de privilegios insultantes a los ojos del pueblo bolivariano. Identificó como su principal obstáculo al poder constituyente, al pueblo movilizado y participativo. Y así la movilización autónoma o “espontánea” ha comenzado a transformarse en participación administrada y controlada desde arriba. 
El florecimiento de organizaciones del poder popular como los primeros consejos comunales, las mesas técnicas de agua, eléctricas y salud o más recientemente las mesas de trabajo del  control obrero en las industrias básicas, para mencionar sólo algunas de las centenares de organizaciones que eran el germen de un nuevo poder, el poder con el cual concretar la participación protagónica,  comenzó a ser corrompida o convertida en apéndice clientelar de la voluntad de los que encabezan las instituciones, o los jefes de los grupos de poder, que intentan vaciarlas de contenido o simplemente desmantelarlas. Las Comunas, bueno, lo dijo Chávez, en eso no se avanzo casi nada.
 El fracaso de la nueva organización sindical y la inoculación de los viejos métodos burocráticos en una parte de los dirigentes sindicales combativos, surgidos en los primeros tiempos del proceso, los alejaron del clasismo para convertirlos en una burocracia sindical que obtiene sus privilegios de la participación directa o indirecta en la administración de las empresas públicas e instituciones del Estado sin control de la base trabajadora, o del manejo arbitrario y cerrado de los contratos colectivos en las empresas privadas, un sector de ellos inclusive saltó la talanquera. 
Sin embargo, hay muchos hechos que demuestran las reservas que contiene el proceso revolucionario y cómo, frente a la activación de la movilización popular o sectores de ella, impulsada por sus liderazgos naturales, incluidos muchos sindicalistas que han resistido la burocratización y, los síntomas de malestar creciente por el maltrato burocrático,  Chávez era sensible a las señales y compensaba parcialmente el rumbo. Algunos de estos hechos son: La nacionalización de SIDOR, los reclamos de las 3R y las 3R2, el proceso de activación del pueblo bolivariano en su última campaña electoral para el 7 de octubre, y el alerta sobre los errores, la exigencia de autocrítica y la defensa de la crítica realizada en su última reunión de ministros que quedó registrada en el Golpe de Timón. 
4.- Debilidades estructurales.  El proceso revolucionario iniciado con el Caracazo hirió de muerte al régimen de alternancia bipartidista del pacto de Punto Fijo. La agonía de este régimen que se extendió por casi 9 años  quedó consumada con las elecciones presidenciales de 1998 y las constituyentes de 1999. 
Acción Democrática y Copei,  con sus estructuras territoriales, su influencia clientelar en los movimientos sindicales, comunales, juveniles, deportivos y sociales y su política neoliberal, se desplomaron. Los viejos partidos de las clases dominantes se dividieron y vaciaron de militancia, surgieron nuevos grupos más gerenciales que políticos. 
Pero la V república no pudo construir un nuevo sistema de partidos. La vieja izquierda no quiso, no pudo o no supo romper con su sectarismo organizacional y su oportunismo político. Mientras que el liderazgo de Chávez  problematizó  la construcción de nuevos partidos enérgicos y vitales de la revolución bolivariana. 
El último intento en este sentido, el PSUV, entusiasmó en su fundación a fines del 2007 a un gran sector de la militancia revolucionaria. Esta construyó miles de batallones de centenares de militantes, donde hubo por un tiempo breve, espacio para el debate, la crítica y la elaboración colectiva, aunque fuese limitada al área local. En su Congreso Fundacional a pesar de las grandes limitaciones burocráticas, la izquierda del partido pudo constatar una fuerza del 25% de los delegados que para un partido de millones de inscritos representaba una corriente radical de al menos varias decenas de miles de militantes. 
Pero  se impusieron las limitaciones que significaban el secuestro desde arriba por parte de los dirigentes de las instituciones del Estado de la dirección del partido, la reestructuración y reparto entre los grupos de poder de los organismos regionales y la desarticulación de los batallones y de toda instancia orgánica que tuviera rasgos democráticos de base, todo esto dicho con sus honrosas excepciones regionales o locales. Este vaciamiento convirtió al que podría haber sido el primer gran partido de la Revolución Bolivariana y un ejemplo de partido del siglo XXI, en un apéndice del Estado que sólo funciona como correa de transmisión de las órdenes del gobierno y como maquinaria electorera.  Así, a menos de 6 años de fundado, el PSUV no entusiasma, no atrae militantes sino que los repele y tampoco está cumpliendo eficientemente su función de aparato electoral. Solo puede seguir contando por millones sus inscritos entre los que hay, a decir verdad, no pocos  arribistas y buscadores de puestos.
La inexistencia  o debilidad de partidos revolucionarios que impulsaran el debate, elaboración de propuestas, crítica,  y control de la acción de gobierno, se ha convertido en una de las claves de la despolitización del pueblo bolivariano, o mejor dicho: de la incapacidad de la dirección de empalmar con la disposición revolucionaria del pueblo bolivariano, lo que llevó al partido a una actividad rutinaria y electorera. Una dirección del partido que es al mismo tiempo la dirección del gobierno y que obliga a cumplir órdenes en vez de debatir políticas. Este hecho era parcialmente compensado por Chávez con sus iniciativas, su “Aló Presidente” y sus condiciones de extraordinario comunicador. 
Si se quiere recuperar el PSUV de la época de su lanzamiento,  es necesaria una revolución al interior del mismo para romper con los vicios, deformaciones y degeneraciones clientelares que hoy tiene.  Similar proceso de asimilación al Estado y despolitización, aceitado por el método de clientela y cooptación,  vienen sufriendo una parte de las direcciones sindicales y del movimiento popular.
III. LA POLÍTICA DE LA OPOSICIÓN: DESCONOCER EL RESULTADO ELECTORAL Y BUSCAR EL DESGASTE ACELERADO Y DERRUMBE DEL GOBIERNO
El resultado electoral obtenido por la Mesa de la Unidad y su candidato Capriles el 14 de abril pasado es el punto más alto de una tendencia creciente desde el 2006. Luego del aplastante fracaso del intento contrarrevolucionario del golpe de abril y el Paro Sabotaje, dos líneas de pensamiento fundamentales se desarrollaron al interior de la oposición. Una, hoy minoritaria, pero con fuerte influencia en la táctica actual, que sostenía que había que preparar un nuevo intento contrarrevolucionario y que el fracaso de los realizados se debía a  errores propios en la preparación y desarrollo de aquellas acciones, más que a la fortaleza del proceso bolivariano, esta línea todavía logró imponerse frente a las elecciones legislativas de 2005 y llevó a la no participación electoral de la oposición. Otra, que comprendió la potencia del liderazgo de Chávez y el pueblo bolivariano, y que decidió un camino de recuperación electoral, reestructuración de sus partidos y reconstrucción de sus tradicionales redes clientelares en la base popular que supieron tener durante la IV República. Esta línea fue alentada por los errores y la burocratización del proceso bolivariano que ponía en cuestión la base social del chavismo y tuvo el acompañamiento, y consejo del  imperio y la socialdemocracia internacional. 
La oposición  se fue fortaleciendo hasta el 7 de octubre del 2012 y tomo un nuevo impulso en febrero de 2013 después de una breve crisis. En el camino que eligieron, avanzaron en la reconstrucción de sus partidos, se unieron como les fue conveniente en los distintos eventos electorales en los que cada vez obtenían mejor resultado. Lograron importantes éxitos al conseguir el triunfo en el referéndum por la reforma en 2007 después de haber perdido las presidenciales del 2006, obtuvieron varias gobernaciones en 2009 y un gran número de diputados en 2010. Y se prepararon desde entonces para disputarle la presidencia a Chávez en 2012. 
La derrota contundente de octubre y luego en diciembre abrió un fuerte debate en el seno de los partidos de la oposición. Revisaron sus errores de octubre y diciembre y los corrigieron, profundizaron un discurso populista, copiaron símbolos chavistas descaradamente, se presentaron más unidos que nunca en una sola tarjeta electoral y se organizaron tras la estrategia de no reconocer el triunfo de Maduro. 
Sin embargo, esto solo no hubiera alcanzado si no se hubieran desarrollado los graves errores que el gobierno sin Chávez cometió desde que el Comandante tuvo que partir a su última operación. La no respuesta al desabastecimiento que fue en crecimiento desde noviembre, la carestía desatada, la especulación y por último la devaluación innecesaria que se sancionó el 8 de febrero, que en el pueblo chavista recuperó la dinámica de cuestionamiento a la burocracia del gobierno y el partido, la gota que colmó el vaso fue la farandulización de una campaña electoral vacía de contenido político revolucionario por parte del comando de campaña del proceso. Estos hechos le dieron a la oposición la base para entusiasmar a sus votantes que estaban desmoralizados y  disputar un espacio entre los que en octubre habían votado por Chávez. 
La combinación de revisión de los propios fallos y los graves errores del gobierno dio un resultado electoral que facilitó su línea estratégica: denuncia de fraude, desconocimiento del resultado y no reconocimiento de Maduro. Esta línea es la consigna de la unidad de la oposición. Y con ella mantienen una ofensiva política desde el mismo 14 de abril a la noche.  Ellos comprenden lo esencial del nuevo momento político, que la ausencia de Chávez al que nunca pudieron vencer, es la oportunidad de oro para recuperar el gobierno y eso los mantiene unidos. 
Las tácticas que utilizan son variables en función de esta estrategia. Cacerolazos y atentados criminales y asesinatos en los primeros días, campaña mediática constante sobre los errores reales o inventados del gobierno. Giras internacionales para buscar apoyos fundamentalmente en países imperialistas o en personalidades influyentes de la derecha de nuestro continente.  Agudización, por su capacidad económica, del desabastecimiento, la especulación y la carestía. Campañas políticas y de lucha por justas reivindicaciones sociales, frente a las que el gobierno es sordo, etc. Campañas que les permiten mantener la iniciativa y marcar la agenda política del país.
Mientras tanto el gobierno de Maduro busca seducir a un sector de la oposición económica, con nombramientos ministeriales que les son simpáticos, con mesas de trabajo, otorgamiento de divisas, concesiones económicas, como recientemente el aumento oficial de precios de productos regulados de primera necesidad. La última reunión, realizada con el grupo Polar, es un error grave no solo político y económico sino comunicacional. Pero el gobierno sigue sin tomar medidas ejemplares para resolver los problemas de la población, continúa en un proceso de desgaste y roces internos que van en crecimiento. Con lo que a pesar de su hiperactividad, el gobierno da una fuerte sensación de desorientación e ingobernabilidad.
En medio de la unidad que alcanzaron, los partidos y dirigentes de la oposición, continúan las diferencias y los matices, pero no hay que confundirse. Hasta que no se los quiebre con una movilización contundente, activando al poder constituyente y se termine con la impunidad de la que gozan, se mantendrán unidos.  Está equivocado el gobierno si pretende seducir a algunos para dividir sus fuerzas. Los debates en los que se encuentran son en función de, cómo asegurar y a qué precio, el derrumbe  del gobierno y la derrota del proceso y su preparación para lo que ven que con muchas posibilidades ocurra: recuperar el gobierno después de 14 años y avanzar con contrarreformas o de manera contrarrevolucionaria si es el caso, en el desmantelamiento de la Republica Bolivariana de Venezuela.  Por eso el centro de su  política es continuar el desgaste y vaciar de base social al gobierno. Ellos creen como afirmó uno de sus más lucidos analistas que: El chavismo sin Chávez está preparado hoy para enfrentar y derrotar un golpe, pero no está preparado para recuperar ni retener su base social. Esto no significa necesariamente que tengan que esperar al Revocatorio para intentar salir de Maduro, si los tiempos se aceleran la historia mostró que hay muchas maneras de cambio de gobierno sin necesidad de golpe de Estado sangriento.
V. MALESTAR Y DESORIENTACIÓN EN LA BASE SOCIAL DEL CHAVISMO
Tanto el resultado electoral como las medidas que viene tomando el gobierno primero como gobierno sin Chávez y en las últimas 3 semanas como gobierno del presidente electo han provocado un enorme malestar entre el Pueblo Bolivariano. La incapacidad para resolver de manera revolucionaria el acaparamiento, la especulación y la carestía, han llevado a un extremo de confusión y mal humor a la base social popular del proceso.
La devaluación para seguir entregándole dólares a la burguesía, cuando se han descubierto conteiners en los puertos cargados con chatarra o piedras. El descubrimiento de depósitos abarrotados de productos sin que haya ningún acaparador preso. La ausencia y muchas veces corrupción de organismos estatales encargados de controlar el abastecimiento y los precios, sin ninguna sanción.  La falta de productos de primera necesidad a precios regulados en los supermercados que son encontrados en sitios de venta ambulante al triple de su precio o a punto de cruzar la frontera en maniobras de contrabando. Panaderías que no venden pan, farmacias en las que no hay medicamentos esenciales como antibióticos, etcétera. Una inflación que duplicó la del mes anterior y que es casi cuatro veces más que la del mismo mes del año anterior. Además de colas interminables o kilómetros recorridos para encontrar los bienes esenciales.
 Eso afirma la sensación de un gobierno desorientado para  resolver los problemas. La búsqueda de acuerdo con los empresarios privados en reuniones que son más para ceder a sus chantajes que negociaciones desde una posición de autoridad, sin nunca convocar a los trabajadores o a los sectores del pueblo que podrían ayudar a solucionar los problemas profundizan esa sensación. Todo esto sumado a una racionalización aguda de la electricidad con ciudades y regiones del país que tienen apenas algunas horas en el día de energía eléctrica,  y un sinfín de problemas cotidianos que complican en extremo la vida de la población, explican la acumulación de un malestar creciente entre el pueblo chavista que es el que más sufre la situación. 
En estas condiciones se está creando un escenario social de irritación que alimenta la confusión. Al mismo tiempo se están preparando las condiciones para el desarrollo de una tendencia a la evaporación del apoyo al gobierno. Revertir esta tendencia, recuperar la confianza del pueblo llano, es la principal tarea de los actuales dirigentes del  gobierno y del proceso.  Y esto sólo podrá hacerse con medidas revolucionarias.
VI. CÓMO RECUPERAR LA OFENSIVA POLÍTICA Y CONSTRUIR LA DIRECCIÓN QUE NECESITA LA REVOLUCIÓN
El 8 de diciembre de 2012, en el que resultó su último discurso, el Comandante Chávez,  pidió que frente a cualquier situación sobrevenida, se convocará a elecciones, que nuestro candidato fuera Nicolás Maduro y que este debía gobernar siempre junto al pueblo y con el pueblo. El vertiginoso ritmo de la situación política en el país nos llevó del dolor de la pérdida a una campaña electoral fulminante. El pueblo bolivariano cumplió con el pedido de Chávez y logró convertir en presidente a Maduro. Pero esa elección no resolvió el problema fundamental que a la revolución le trajo el fallecimiento de su líder: Cómo construir la dirección del Proceso Bolivariano sin el que fue el eje absoluto del sistema político. Porque hay que decirlo de una vez: Maduro es el presidente electo del país, pero ni él ni ninguno de los dirigentes chavista del gobierno es, ni puede ser Chávez, ni, por lo tanto, dirigir y gobernar como lo hacía Chávez.  
Para poder frenar la tendencia de desilusión e irritación en el pueblo bolivariano  y enfrentar seriamente la política cínica y criminal de la oposición, son necesarias acciones políticas radicales en el sentido de recuperar las claves del pilar fundamental que tiene la revolución en pie, ahora sin la presencia física del Comandante Chávez: el pueblo bolivariano, civil y militar:
1.- Desatar la movilización participativa y protagónica del pueblo bolivariano en Proceso Constituyente. La iniciativa del gobierno de calle se está convirtiendo lamentablemente en un espectáculo mediático. Perdiendo una enorme oportunidad para desatar la fuerza enorme que tiene el proceso revolucionario y que hoy está dormida, anestesiada y desorientada: el pueblo bolivariano. El lanzamiento de un verdadero Proceso Constituyentes en áreas como el trabajo y el modelo productivo, la des mercantilización de la salud, la soberanía nacional, en temas como el crédito y el comercio internacional, el Plan Nacional de Desarrollo, y muchos otros, es imprescindible. Este Proceso Constituyente debe acompañar de manera permanente la acción de gobierno  en todo el próximo periodo, con críticas, elaboración de propuestas y funciones de control y anticorrupción. Este proceso logrará el efecto movilizador que no logra un gobierno de calle administrado, con la presencia del Presidente y los ministros pero con personas seleccionadas previamente en gran medida entre la militancia administrada por las instituciones o el partido.  
En este proceso hay que incorporar activamente también al pueblo bolivariano militar. Es un hecho que si hoy no hay posibilidades inmediatas de un golpe de estado contrarrevolucionario es en gran medida gracias a la existencia en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana de un sector mayoritario de comandos bolivarianos, chavistas, antiimperialistas y como gustan decir los compatriotas militares, socialistas.   
Para desatar todo este proceso contamos con un insumo fundamental que puede orientar, el último documento escrito directamente por nuestro Comandante Chávez en su máquina de escribir: “Proceso Constituyente para la Elaboración del Segundo Plan Socialista de Desarrollo de la Nación 2013-2019”. Este documento, poco difundido, y ahora silenciado, acompañó al Programa de la Patria como metodología de democracia participativa para construir con el pueblo ese plan de desarrollo en Proceso Constituyente. Y fue presentado por orden de Chávez en noviembre de 2012 por un grupo de ministros encabezados por el entonces Vicepresidente Maduro. 
 
De esta manera, abriendo las compuertas de la creatividad y la energía revolucionaria de nuestro pueblo es que recuperaremos la iniciativa política y mas que un gobierno de calle, llevaremos la calle, el pueblo, los trabajadores, los jóvenes, los indígenas, las mujeres revolucionarias al gobierno, a debatir, resolver y con sus organizaciones nacionales construir junto al actual liderazgo el rumbo revolucionario. 
 
2.- Instalar un gran debate nacional sobre las medidas de urgencia necesarias para revertir la actual crisis de acaparamiento, especulación y carestía. El primer paso para poner a rodar  el Poder Constituyente es la organización de un gran debate nacional en cada empresa, privada o estatal, en cada institución, en cada plaza, en cada comunidad, en cada establecimiento educativo, convocado con asambleas donde debatamos y decidamos sobre medidas prácticas para resolver el acaparamiento, la especulación, la carestía y los ingresos y salarios de las familias que viven únicamente de su trabajo. 
Una semana donde se realicen decenas de miles de asambleas multitudinarias, donde se lean las propuestas que hagan las fuerzas de la revolución, las del partido, las fuerzas del polo patriótico y otras plataformas políticas y sociales, darle tiempo suficiente al debate de base en esas asambleas y luego de una votación sistematizar las conclusiones y propuestas. 
Con esta participación popular activa pondremos en pie una fuerza capaz de frenar la tendencia a la desmoralización y la desconfianza que hoy predomina y entonces sí, llamar luego a una mesa de orden al sector privado donde comprendan que sus bienes están en riesgo si siguen los ataques económicos al pueblo bolivariano. 
3.- Facilitar la construcción del instrumento o de los instrumentos políticos que den claridad de rumbo al pueblo bolivariano y profundizar el legado de Chávez. El otro gran problema actual del proceso es la orfandad política del pueblo revolucionario. No es cierto como dicen algunos sectores de la dirigencia del partido o del gobierno que nuestro pueblo no tiene conciencia revolucionaria o que los más de 600.000 votos de Chávez que votaron por Capriles son desagradecidos. La verdad es que la burocratización del partido, el maltrato, el ordeno y mando, el tareísmo y la militancia administrada como única forma de participación política, ha dejado sin orientación política al pueblo bolivariano, al no empalmar con su disposición revolucionaria . Es necesario desatar la creatividad política, empoderar a la militancia, escuchar todas las voces por más diversas que sean, escuchar con respeto las criticas y las propuestas. 
Una revolución como la nuestra no puede ni debe tener un solo partido de la revolución. Hay que facilitar la creación de agrupaciones, instrumentos políticos y corrientes que dinamicen con sus propuestas, debates y movilizaciones al  Poder Constituyente.
Fonte: Marea Socialista
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